lunes, 12 de agosto de 2013

Vuelo a Vela en el Pirineo


El pasado fin de semana aprovechando mi viaje de montaña para subir el pico Midi D’ossau tuve la oportunidad de pasar un rato por el aeródromo de Santa Cilia de Jaca. Hace tiempo que había oído hablar de él y tenía ganas de conocerlo. Nada más llegar ya se veía mucho movimiento en tierra y en el aire. En seguida dimos con la terraza del bar con vistas a toda  la pista y a los hangares de los veleros y pronto también dimos con la nevera donde tras dejar un euro en una caja se puede coger una cerveza fría de una nevera. Qué más podemos pedir.


Bar del aeródromo con piscina al fondo

Tras estar un rato observando como arrastraban las avionetas a los veleros por la pista y los llevaban al aire en seguida me dio por preguntar si había posibilidad de hacer un “bautismo” y aunque ya estaban todos los planes de vuelo cerrados insistiendo un poco me pudieron hacer un hueco.

La avioneta de arrastre Robin DR400/180R Remorqueur


Velero + furgo que más se puede pedir

Ya tenía ganas de probar esto del vuelo sin motor y que mejor sitio para hacerlo que en pleno Pirineo en un día espectacular de agosto con calor y a las dos de la tarde cuando más pega el Sol y más térmicas se puede uno encontrar. Una vez me tocó el  turno nos acercaron a la cabecera de la pista con un coche eléctrico del estilo de los de los campos de golf. Allí me presentaron Jose Antonio, el instructor que me iba a dar el vuelo. Lo primero que empezó a contarme son las bondades del vuelo a vela y lo seguro que son estos cacharros, con un ratio de accidentes incluso menor que los vuelos de línea. Después me explico los mandos, pedales, aerofreno, trim, instrumentos y por último a meterme dentro. Tras ponerme el paracaídas, una vez en la cabina siguió con las instrucciones de seguridad. Esta parte me resulto más desconocida, el procedimiento básicamente consiste en soltar el cinturón, tirar de dos palancas para que se desprenda la cúpula y saltar fuera del avión mientras se tira de la anilla del paracaídas.  Después de esto ya estábamos listos para despegar, en seguida nos enganchó la avioneta y en pocos segundos ya estábamos en el aire.

En la cabina a punto de despegar

Desde atrás la perspectiva de la cola del avión es muy interesante y cuando hacía los virajes se podía apreciar los resbales que iba haciendo. Tras unos minutos de remontada nos soltamos sobra una montaña que hay cerca del campo de vuelo y en seguida comenzamos a realizar espirales para ganar altura dentro de una térmica. No recuerdo cuantos 360 hicimos pero no menos de seis o siete. La verdad es que tenía mis dudas de si me iba a marear pero la emoción pudo más y en ningún momento me sentí mal. Después de ganar unos cuentos cientos de metros fijamos el rumbo hacia la cuerda de la montaña la cual estuvimos siguiendo durante un buen rato pasando muy cerca de las rocas. Esta parte sin duda fue la que más me gustó. Es increíble el control de planeo que tiene esta gente para apurar tanto y sobre toda tan lejos del aeródromo. Después viramos hacia el campo de vuelo y fue entonces cuando me dejó llevarlo hasta la incorporación del circuito. Llevando el avión en vuelo nivelado y con velocidad constante con movimientos muy muy suaves sobre la palanca, tanto que la movía únicamente con dos dedos para no sobre controlar el cacharro. De vez en cuando me hacía rectificar el cabeceo para ganar o perder velocidad ya que según el instructor no debía fijarme en los instrumentos si no en el sonido del viento sobre la cúpula. Para finalizar, me hizo realizar un 360º para perder altura y ya cogiendo él los controles sacó los aerofrenos haciendo que pasáramos de 120 a 100 en un segundo, vamos, como si llevara frenos de disco en el aire. Nos incorporamos al viento en cola y nos avisaron que hiciéramos una corta final ya que venía un avión cerca, así que pude disfrutar de una aproximación tipo caza tanto que aterrizamos con los frenos desplegados  y a toda velocidad tomando para salirnos en seguida al sembrado para acabar de detenernos junto al hangar no sin antes dar unos cuantos botes por el suelo. Sin duda una experiencia increíble recomendable para todos los públicos tanto si te gusta esto de los aviones como si no.

Este es el vídeo que grabé con la GoPro:


¡Hasta el próximo vuelo!