viernes, 29 de enero de 2016

Vuelo a Marugán atravesando el Puerto de los Leones



Siguiendo con mi tour por los campos de vuelo de la zona Centro, el pasado fin de semana tuve la oportunidad de visitar el aeródromo de Marugán. En esta ocasión iría acompañado por José Carlos con su trike Aircreation. La previsión de viento era muy buena, 4km/h y 11km/h de rachas pero al salir de casa por la mañana había una niebla bastante densa que se fue disipando a medida que llegaba al campo aunque se quedó una neblina que nos hacía dudar si la elección de Marugán era buena.

Finalmente mientras preparábamos los aviones, repostábamos y nos abrigábamos la niebla se fue disipando un poco más y decidimos continuar con nuestra aventura. A las 09:00 ya estábamos en el aire con rumbo directo al puerto de los Leones. Pasaríamos por Valmayor y Guadarrama antes de alcanzar el puerto el cual tiene una altitud de 1500m por lo que nada más despegar fuimos cogiendo altura para llegar a pasarlo a unos 2000 metros de altitud. Mi trike tiene una tasa de ascenso de apenas 2m/s por lo que una trepada así requiere tiempo y por tanto bastante anticipación. José Carlos no llevaba radio así que yo iba con la frecuencia aire – aire notificando mi posición y pendiente sobre todo de las avionetas ya que el paso por el puerto de los Leones es muy habitual entre estas y es bastante estrecho por lo que la probabilidad de cruzarte con algún otro avión es grande. No fue el caso ni a la ida ni a la vuelta aunque viendo la capa niebla que se veía al sur daba una idea de lo cerrado que debía de estar Cuatro Vientos y esa debía de ser la razón de tan escaso número de aviones en vuelo.

Volando en formación


El vuelo transcurrió muy plácido y tranquilo hasta llegar a la vertical de puerto, cuando empecé a notar un fuerte viento en cola de algo más de 25km/h y acto seguido unas sacudidas importantes y sobre todo una descendencia que me llevaba hacia el suelo a 4m/s metí todo el motor que tenía pero el trike seguía bajando, la sensación fue bastante desagradable aunque el trike se controlaba perfectamente solo que no me dejaba mantenerme nivelado. Al alejarme dos o tres kilómetros de la montaña la descendencia desapareció y pude continuar mi placido vuelo hasta llegar a mi destino. Sin duda una experiencia más, me había encontrado con un rotor en el sotavento de la montaña y quizás la altura respecto al suelo debería de haber sido más alta para evitarlo, lección aprendida.





La pista de Marugán tiene categoría de aeródromo, dispone de una longitud de 600 metros y cuenta con muchos servicios incluido un estupendo bar. Como en otras ocasiones, acostumbrado a tomar en mi campo con una pista de 250m , realizo el aterrizaje justo en las marcas de umbral dejándome espacio de sobra para salir por la primera salida de la pista, en total escasos 70 metros y eso que no había ni un ápice de viento de cara. Esta es sin duda una de las ventajas de los ultraligeros pendulares.

Las cometas voladoras


Una vez aterrizados, con los trikes asegurados, como buenos españoles nos fuimos directos al bar y allí tuvimos la oportunidad de conocer a Eduardo Vargas, para quien no le conozca tiene un programa de radio (podcast) sobre aeronáutica de lo más entretenido. Por cierto, que le comenté que a ver cuándo hacia uno sobre trike y rápidamente se quedó con mi teléfono y me invitó a ir a hablar de las “cometas voladoras” así que quien sabe, igual un día de estos os sorprendo hablando por la radio.

Los intrepidos pilotos


Tras una animada charla nos despedimos y salimos pitando de vuelta. El paso de la sierra fue de lo más tranquilo pero nada más cruzar la imagen de los inmensos bancos de niebla nos dejó un poco preocupados, parecía que estaba todo bastante cerrado y sobre todo en nuestra trayectoria. Tuvimos suerte porque nuestro campo y toda la zona próxima quedaba libre de niebla y pudimos tomar sin ningún problema. 

que mala pinta esas nubes



Tres horas después ya estábamos en casa sanos y salvos con una nueva muesca en el cinturón, la visita al fabuloso aeródromo de Marugán.

Seguiré investigando ;-)

viernes, 15 de enero de 2016

Vuelo a Villacastín. Atravesando la Sierra de Guadarrama



Sin duda una de las mayores aventuras con el trike que llevo hasta la fecha. El recorrido en si es de no más de 60km pero la complicada orografía y los vientos en altura son un reto para un ultraligero como el mío. El día elegido para el vuelo no podía ser mejor, pronóstico de viento cero y un anticiclón asentando en todo el centro de España. Los ultraligeros y avionetas suelen pasar la sierra de Madrid por el paso del Puerto de Los Leones ya que es el que menor distancia atraviesa, yo sin embargo lo haría por el más directo desde mi campo en Villanueva de la Cañada lo que implicaba atravesar una buena porción de montañas. En casa ya había estudiado la ruta y me había preocupado de buscar en google Earth posibles puntos para una toma de emergencia y aunque no había muchas opciones sí que pude memorizar unas cuantas zonas abiertas y libres de árboles.

Pantano barométrico

Para salvar las montañas tenía que ir cogiendo altura nada más despegar ya que desde las colinas de Cerro Alarcón en Valdemorillo ya comienza el terrero a ir ganando altura. La teoría de vuelo sobre montañas dice que hay que volar con suficiente altura sobre los picos para evitar los vientos que se generan en ellas como por ejemplo descendencias en el sotavento. Además el llevar suficiente altura sobre el terrero te permite tener más margen en caso de una posible parada de motor y te da una visión mucho más amplia de por dónde ir volando.


Pasando Zarzalejo con el pico de la Machota detrás
voy ganando altura

El volar en este tipo de parajes no tiene igual, disfrutar de las vistas de las montañas que tanto he recorrido caminando y en bicicleta pero esta vez desde el aire a 2.300 metros de altura te da una perfectiva increíble, si además le añades unas condiciones perfectas de viento sin turbulencia y una velocidad baja que parece que estás flotando sobre el aire las sensaciones son sencillamente maravillosas, tanto que no puede evitar en algún momento lanzar unos tremendos gritos al aire que por poco me dejan afónico.

El monasterio del Escorial al fondo

Tras casi una hora de vuelo sobre picos por fin salgo a las llanuras castellanas y mi mente se relaja. Unos minutos más y ya puedo ver la pista de Villacastín. Contacto con ellos por radio pero no hay respuesta así que me incorporo al circuito y comienzo el descenso. Para un avión como el mío la pista se ve abrumadora  y con su casi kilómetro y medio de longitud me toca sobrevolarla un buen rato a escasos dos metros del suelo hasta que decido aterrizar a la altura de unas cabañas de madera.

Cabañas de Villacastín


La pista kilométrica


Nada más aterrizar me viene a recibir Jorge, una persona muy agradable que parece la encargada de aquello. Tras un rato de charla le pregunta por las cabañas y gustosamente me invita a verlas y me explica que son en alquiler. Sin duda una opción muy interesante para venir volando y pasar aquí la noche.

Ya se va haciendo tarde así que despido para emprender el viaje de vuelta. Como hay un poco de viento cruzado me alejo 200 metros de las casetas hacia el norte y despego en dirección sur con rumbo directo hacia las montañas. La vuelta la haré mucho más rápida gracias a un viento portante que me da casi 15km/h más de velocidad y poco más de 45min ya estoy aterrizando en Villanueva de la Cañada.

Zarzalejo más de cerca a la vuelta

Uno bonito día para mi estreno en el cruce de la Sierra de Guadarrama. Espero que pronto pueda repetir y conocer más aeródromo al otro lado de Madrid.

Triangular Loring-Vellón-Villanueva de la Cañada (115km)



Aprovechando la racha de buen tiempo con un anticiclón plantado en todo el centro de la península ibérica me he decidido a realizar una excursión que tenía muchas ganas de hacer desde mis comienzos con el trike. Se trata de acercarme al parque natural de la Pedriza. A la travesía se uniría también Jesus y Luis con el X-Air y Paco con un trike Racer.


Mejor imposible


Detalle de la ruta
Esta excursión plantea unos cuantos retos, el primero es que únicamente se puede realizar el fin de semana ya que hay que atravesar espacio aéreo restringido en gran parte del recorrido. El segundo es que hay que acercarse hasta la misma falda de la sierra de Guadarrama pero los vientos predominantes allí son de norte y por tanto volamos a sotavento por debajo de un sistema montañoso con sus peligros y por tanto hay que buscar un buen día para hacerlo y por último pero no por eso menos importante, a lo largo del recorrido hay unos cuantos puntos complicados para aterrizar en caso de parada de motor por lo que hay que estudiar bien la ruta para minimizarlos.

Entre mi campo de vuelo y el destino se interpone por el norte  el CTR de la base militar de helicópteros de Colmenar y por el sur la zona aérea prohibida de El Pardo así que hay que llevar bien planificada la ruta. Decidí dirigirme hacia el este atravesando un pasillo entre el CTR y el Pardo para dejar el pueblo de Tres Cantos a la derecha (con el límite del TMA de Madrid bien cerca) para aterrizar en un campo con mucha solera, el de Loring. Al rato de aterrizar llegó Luis y Jesus con el X-Air y Paco con el trike. Estuvimos un rato charlando con una persona del campo y al rato despegamos rumbo norte para unos minutos después aterrizar en el campo del Vellón tras atravesar parte del embalse con el mismo nombre.

en dirección al Pardo



De pardo hacia Tres Cantos



Recien aterrizados en el Vellón
Luis posando con el Pollito

El trío aparcado en Loring

El Racer de Paco
Una vez estábamos los tres aviones en tierra volvimos a despegar y fuimos siguiendo la carretera rumbo oeste hasta encontrarnos con el pueblo de Manzanares el Real a nuestra izquierda y la Pedriza a nuestra derecha. Las vistas del parque natural son sencillamente impresionantes, un caos granítico único en Europa que recomiendo visitar a todo el mundo que tenga la oportunidad.

con la Pedriza al fondo

Paco por Guadalix

Panorámica de la Pedriza


Colegio Gredos San Diego en El Escorial

Desde allí ya tocaba ir volviendo así que tomé rumbo directo a casa atravesando el embalse de Valmayor y en unos cuantos minutos me encontraba en tierra con una gran sonrisa tras haber hecho realidad uno de mis sueños, volar como los buitres sobre mi querida Pedriza.